¿Por qué tengo el pelo tan sucio?
La limpieza en nuestra vida cotidiana puede ser muy simple. Desde barrer el departamento, hasta ocuparnos de lavarnos los dientes regularmente, todo parece resolverse la misma forma: sencillamente limpiando. Pero, cuando hablamos del cabello, ¿podemos aplicar las mismas soluciones? ¿Es el pelo sucio un producto de la falta de higiene? Hoy en Hairfy queremos hablarte de algo que a muchos nos pasa, pero pocos lo sabemos: el sobre-cuidado del cabello. ¿Hasta qué punto es recomendable estar tan pendientes de él?
Hablemos de ciencia.
En la piel de todos los seres humanos, habitan las glándulas sebáceas. Son las encargadas de emanar la grasa dedicada exclusivamente a proteger y lubricar nuestra superficie (¿sabías que la piel es el órgano más grande del cuerpo, pesando aproximadamente 5 kg?) Bueno: a esa grasa, la conocemos como sebo. Pero cuando esta sustancia comienza a producirse por demás, se genera un cuero cabelludo graso, y en muchas ocaciones esto deriva en la presencia de caspa. Empeorando, puede llevar a la alopecia seborreica. Los excesos en la raíz del cabello hacen que los folículos se tapen, interrumpiendo el ciclo de vida natural de tu pelo.
Pero no te desanimes: en Hairfy nos gusta hablar de soluciones. Si bien el pelo graso puede ser en gran parte producto de nuestra genética, también existen algunas causas externas que pueden estar contribuyendo a este resultado. Por ejemplo, los productos que utilizamos para enjuagar nuestro cabello, pueden en gran parte ocasionarle un mal. Un shampoo con un pH errado, podría estar alterando la naturaleza de las fibras capilares, y sólo producirá una reacción no deseada: la sensación de suciedad en el pelo. Entonces, no sólo se trata de ser cuidadosos con los productos que nos aplicamos, sino también de vigilar la regularidad con la cual lo hacemos: todo en exceso, hace mal. Así como las altas temperaturas del agua pueden alterar los folículos, el masaje brusco a la hora de aplicar los productos también puede resultar nocivo. Por eso siempre asegurarte de saber qué estás consumiendo a la hora de alimentar tu cabello, y de qué manera deberías hacerlo (¡pss! ¡Acá también te enseñamos a cuidarlo del frío!).
También es importante tener en cuenta las etapas de la vida que nos tocan atravesar. La pubertad, por ejemplo, así como la menopausia en mujeres adultas, generan este tipo de consecuencias como reacción a los procesos hormonales que habitan en nuestro organismo durante esos ciclos. Tampoco debemos olvidar prestar especial atención a nuestros movimientos: así como la piel de la cara puede corromperse con el contacto de las manos sucias y la polución diaria, el pelo también puede sufrirlo. Resulta de gran ayuda evitar su roce constante, y poder optar por cortes que den movimiento natural a la cabellera, para que esta no permanezca mucho tiempo adherida a los folículos sebáceos.
Recuerda: la clave no está en luchar contra la naturaleza de tu cabello, sino en aprender a contribuir con ella :)
Créditos imagen: Jonathan Borba